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EL PRIMER GOBIERNO CIVIL DE LA REPÚBLICA ARISTOCRÁTICA
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LA INAGURACIÓN DEL GOBIERNO DE NICOLÁS DE PEROLA

 En el Congreso de 1895, Nicolás de Pié ro la fue elegido, junto con Eduardo López de Romaña, diputado por Arequipa. Al instalarse las sesiones el 15 de agos to, ocupó la pre sidencia de las juntas pre para to rias a la que fue llevado por todos los vo tos menos el su yo. Competía a estas juntas, de acuerdo con la vigen te ley elec to ral que era la de 1861, la calificación de las actas de los diputados. Pié ro la pro nunció en tonces un discurso para incitar a que se olvidara absolutamente y por entero todo sentimiento partidarista. “Aquí somos jueces y únicamente jueces”, dijo. “Vamos a constituir el primero de los Poderes públicos y vamos a constituirlo sobre la única base sólida y real: el cumplimiento severo y escrupuloso de la ley, la verdad en la elección y el respe to profundo a la vo luntad del país. Es la Nación la que hace los Po de res públicos; es la Nación la que debe crear el Con greso; y por consiguien te debemos ser absolutamente escrupulosos en el cumplimiento de su sagrada voluntad”. En el cómpu to de los sufra gios emitidos para presidente de la República se ve ri ficó que habían participado, dentro del sistema indirecto, 4.310 electores (con los calificados en ambas Cámaras) de los cuales 4.150 vo ta ron por Pié ro la. El res to efectuó una vo tación dispersa. La primera vicepresidencia correspondió a Guillermo E. Billinghurst, con 893 votos para Pedro P. Arana. La segunda, a Augusto Seminario y Váscones con 803 votos para Augusto Durand. La inauguración del nue vo ré gi men tu vo lugar el 8 de setiembre de 1895. Manuel Candamo, al terminar las funciones de la Junta de Gobierno pronunció un discurso en el Con greso y allí dejo constancia de que la elección del nue vo Presiden te era “el triun fo del país entero que, a costa de grandes sacrificios ha logrado satisfacer sus más vehementes aspiraciones con el establecimiento de un Gobierno civil”. “Ha tocado presidir (continuó diciendo) transformación tan venturosa al que habiendo sido durante largos años prestigioso caudillo, ha arrojado de su memo ria los in gra tos recuerdos de las antiguas luchas y llega al poder con firme propósi to de apelar a to dos los elemen tos sanos para que concu rran a la obra del bien común”. Con estas palabras llenas de finura y discreción, lo que en realidad señalaba Candamo era la diferencia entre el caudillo pugnaz de tantos años y el estadista que iniciaba su segunda administración, muy lejos en el tiempo y en el espí ri tu de las intransigencias de la dictadura, en amistad y alianza con sus adversarios históricos, los civilistas. Piérola habló brevemente del Perú “harto de daño con la voluntad omnipotente de un pueblo que quie re su salud” y del deber y la urgencia de construir entre todos “el común hogar, el hogar de todos”. Terminó diciendo: “A la obra, confiado en que en ella cada cual cumplirá con su deber”.

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